El corazón de un sistema de anestesia inhalatoria es el Vaporizador. El buen estado del mismo condiciona la calidad del acto anestésico.
El vaporizador va perdiendo sus cualidades de precisión y estabilidad con el paso del tiempo, el uso y el tipo de agente anestésico usado.
El Halotano, hasta hace muy poco el producto más usado, ya es obsoleto, y además es el que peor trata a los componentes del vaporizador. El timol que contiene como estabilizante es una especie de resina que en ausencia del Halotano se solidifica y afecta a diversas partes del vaporizador, tanto mecánicas como pasivas (las camisas de algodón).
La limpieza del vaporizador se hace imperativa en un plazo de pocos años. El fabricante recomienda hacerlo anualmente.
El Isoflurano se ha impuesto, además de sus grandes virtudes respecto al Halotano, por el empeño comercial de los laboratorios que lo comercializan.
Al ser un producto "sin aditivos" no presenta los graves problemas del Halotano en relación a sus efectos perversos con el vaporizador.
Por ello un vaporizador de Isoflurano tiene un periodo de mantenimiento mayor. Los fabricantes recomiendan un plazo de dos años.
Los vaporizadores se ensucian internamente por residuos provenientes del desgaste de los materiales metálicos que componen las partes móviles de los mismos = el dial.
Estos residuos ocasionan un desajuste del mismo y pueden, en casos extremos, llegar a inutilizarlo por un exceso de abrasión que daña la válvula de control.